XLV
Señales en la naturaleza. Anuncio a los pastores
He visto en muchos lugares, hasta en los más lejanos, una
insólita alegría, un extraordinario movimiento en esta noche. He visto los
corazones de muchos hombres de buena voluntad reanimados por un ansia, plena de
alegría y, en cambio, los corazones de los perversos llenos de temores. Hasta
en los animales he visto manifestarse alegría en sus movimientos y brincos. Las
flores levantaban sus corolas, las plantas y los árboles tomaban nuevo vigor y
verdor y esparcían sus fragancias y perfumes.
He visto brotar fuentes de agua de la tierra. En el momento
mismo del Nacimiento de Jesús, brotó una fuente abundante en la gruta de la
colina del Norte. Cuando al día siguiente lo notó José, le preparó en seguida
un desagüe. El cielo tenía un color rojo oscuro sobre Belén, mientras se veía
un vapor tenue y brillante sobre la gruta del pesebre, el valle de la gruta de
Maraña y el valle de los pastores.
A legua y media más o menos de la gruta de Belén, en el
valle de los pastores, había una colina donde empezaba una serie de viñedos que
se extendía hasta Gaza. En las faldas de la colina estaban las chozas de tres
pastores, jefes de las familias de los demás pastores de las inmediaciones. A
distancia doble de la gruta del pesebre se encontraba lo que llamaban la torre
de los pastores. Era un gran andamiaje piramidal, hecho de madera, que tenía
por base enormes bloques de la misma roca: estaba rodeado de árboles verdes y
se alzaba sobre una colina aislada en medio de una llanura. Estaba rodeado de
escaleras; tenía galerías y torrecillas, todo cubierto de esteras. Guardaba
cierto parecido con las torres de madera que he visto en el país de los Reyes
Magos, desde donde observaban las estrellas. Desde lejos producía la impresión
de un gran barco con muchos mástiles y velas.
Desde esta torre se gozaba de una espléndida vista de toda
la comarca. Se veía Jerusalén y la montaña de la tentación en el desierto de
Jericó. Los pastores tenían allí a los hombres que vigilaban la marcha de los
rebaños y avisaban a los demás tocando cuernos de caza, si acaso había alguna
incursión de ladrones o gente de guerra. Las familias de los pastores habitaban
esos lugares en un radio de unas dos leguas. Tenían granjas aisladas, con
jardines y praderas. Se reunían junto a la torre, donde guardaban los
utensilios que tenían en común. A lo largo de la colina de la torre, estaban
las cabañas, y algo apartado de éstas había un gran cobertizo con divisiones
donde habitaban las mujeres de los pastores guardianes: allí preparaban la
comida.
He visto que en esta noche parte de los rebaños estaban
cerca de la torre, parte en el campo y el resto bajo un cobertizo cerca de la
colina de los pastores. Al nacimiento de Jesucristo vi a estos tres pastores
muy impresionados ante el aspecto de aquella noche tan maravillosa; por eso se
quedaron alrededor de sus cabañas mirando a todos lados. Entonces vieron
maravillados la luz extraordinaria sobre la gruta del pesebre. He visto que se
pusieron en agitado movimiento los pastores que estaban junto a la torre, los
cuales subieron a su mirador dirigiendo la vista hacia la gruta.
Mientras los tres pastores estaban mirando hacia aquel lado
del cielo, he visto descender sobre ellos una nube luminosa, dentro de la cual
noté un movimiento a medida que se acercaba. Primero vi que se dibujaban formas
vagas, luego rostros, finalmente oí cánticos muy armoniosos, muy alegres, cada
vez más claros. Como al principio se asustaran los pastores, apareció un ángel
ante ellos, que les dijo:
"No temáis, pues vengo a anunciaros una gran alegría para todo el
pueblo de Israel. Os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un Salvador, que es
Cristo, el Señor. Por señal os doy ésta: encontraréis al Niño envuelto en
pañales, echado en un pesebre".
Mientras el ángel decía estas palabras, el resplandor se
hacía cada vez más intenso a su alrededor. Vi a cinco o siete grandes figuras
de ángeles muy bellos y luminosos. Llevaban en las manos una especie de
banderola larga, donde se veían letras del tamaño de un palmo y oí que alababan
a Dios cantando:
"Gloria a Dios en las alturas y paz en la tierra para los hombres
de buena voluntad".
Más tarde tuvieron la misma aparición los pastores que
estaban junto a la torre. Unos ángeles también aparecieron a otro grupo de
pastores, cerca de una fuente, al Este de la torre, a unas tres leguas de
Belén. No he visto que los pastores fueran enseguida a la gruta del pesebre,
porque unos se encontraban a legua y media de distancia y otros a tres; los he
visto, en cambio, consultándose unos a otros acerca de lo que llevarían al
recién nacido y preparando los regalos con toda premura. Llegaron a la gruta
del pesebre al rayar el alba.
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